20 may 2014

AMOR, AMISTAD Y EL CORAZÓN



Los ratos agradables y el reunirse con amigos aumentan las concentraciones de neurotrasmisores y sustancias que evitan la ateroesclerosis y sus consecuencias.

El ser humano, a través de millones de años, se ha visto en la necesidad de reunirse con otros de su misma especie para poder sobrevivir. La unión con el género opuesto con el fin de asociación y reproducción nos ha puesto en constante acercamiento y todas sus consecuencias para poder llevarlo a cabo repercuten definitivamente en nuestra salud física y mental.  

Está demostrado que el estado de ánimo, las enfermedades mentales y los trastornos de la personalidad  tienen repercusión en la salud cardiovascular a corto y largo plazo. 

Las personas felices tienen menos enfermedades cardiovasculares, y menor riesgo de morir por estas causas.

Las amistades y la enfermedad cardiovascular

Los amigos son aquellos que uno escoge, ya sea por tener afinidad, o por las características propias que agraden a un individuo. Cuando se tiene amigos con costumbres y estilos de vida saludables, es claro que por imitación y espíritu de unión, se contagia de una vida saludable. 

Siempre en los grupos de amigos se empieza a saber cuando alguien muere por un infarto o es hospitalizado por una enfermedad cardiaca y suenan las alarmas para empezar a cuidarse y cambiar esos aspectos negativos que aumentan las enfermedades cardiovasculares.

Relaciones sanas

El tener una relación sana con la pareja, definitivamente  es protectora para eventos cardiovasculares adversos. El amor y la estabilidad en una relación de pareja permiten tener niveles adecuados de dopamina, noradrenalina y serotonina, sustancias que se producen en el cerebro y otros órganos para tener esas sensaciones agradables de felicidad, las sonrisas, el brillo en los ojos y además, a largo plazo disminuyen las enfermedades cardiovasculares. El caso contrario, en las relaciones que están acompañadas de mucho estrés, con sensaciones negativas repetidas y frecuentes, lleva a otras enfermedades mentales como depresión, ansiedad, que son factores de riesgo para enfermedades relacionadas a la ateroesclerosis.


Los tipos de personalidad

Cuando se descubrieron los factores de riesgo cardiovascular como diabetes, hipertensión arterial, colesterol alto y tabaquismo, también se descubrieron que los trastornos del estado de ánimo y de la personalidad influyen en la aparición de estas enfermedades. 

Los primeros estudios demostraron que la personalidad tipo “A”, el individuo aprehensivo, ansioso, al que comúnmente se le llama nervioso y estresado, es aquel que tiene mayor riesgo de tener un infarto.

Sin embargo, más recientes estudios revelaron que el individuo con características antisociales, aislado, que no tiene mucho interés en las demás personas y que se le considera de tipo “C”, tiene mayor riesgo que el tipo “A”.

Es claro que este tipo de personas no tiene pareja por sus rasgos de personalidad, o bien no pueden llevar una relación sana y requieren de terapia sicológica y/o tratamiento con medicamentos.

Las relaciones humanas y la prevención de enfermedades cardiacas

Queda claro que las enfermedades del corazón no solamente están relacionadas a alteraciones físicas y hábitos no saludables. La salud mental está íntimamente relacionada a la manera que nos relacionamos con los demás, con la familia, amigos, vecinos, y personas que nos rodean, como una red que soporta y apoya costumbres saludables y mantiene la estabilidad de los individuos. Caso contrario, el vivir rodeado de estrés en una sociedad o comunidad enferma por factores externos, aumenta la posibilidad de que sigamos rodeados de enfermos del corazón.

No está de más recordar que el amor a la pareja, el amor a la familia, que siempre da la retroalimentación positiva, mantiene nuestros neurotransmisores estables y nuestras hormonas en las cantidades necesarias para disminuir la ateroesclerosis. Una buena inversión siempre será tener una buena relación, siempre alimentada de mucho amor y alegría que nos mantenga sanos en cuerpo y alma. Estoy seguro que no hace falta una recomendación médica para sostener esta afirmación para una vida con menos enfermedades.